El postre navideño de los oaxaqueños

Hace muchos años, durante las fiestas de diciembre se instalaban en el centro de la ciudad los famosos puestos de buñuelos. Se trata de una especie de tortilla muy delgada y quebradiza de más o menos 50 cm. de diámetro.

Rociados o remojados de miel, se servían en platos muy sencillos de barro, que después de haber sido usados se rompían a la usanza indígena en recuerdo de la fiesta azteca de Atemoztli, en la que cuentan que se rompían los platos, cacerolas y ollas.

Lo anterior se hacía en espera del Dios niño, quien traía una nueva vida al amparo del amor y la felicidad.

Los buñuelos sustituían a las figuras de maíz y hongos que se comían en la noche indígena. La costumbre perduró muchos años, aunque con algunas modificaciones o deformaciones propias de la época.

Otra versión dice que los platos se rompían en recuerdo de una gran epidemia de cólera que sufrió la Ciudad de Oaxaca y que para evitar su propagación, los utencilios de los enfermos se rompían una vez recuperada la salud, como manifestación de la alegría.

En la actualidad, son pocos los puestos que perduran con la elaboración de buñuelos. La preparación de este dulce distintivo de temporada navideña y fin de año está en riesgo de desaparecer.

La disminución de las ventas y la indiferencia de las autoridades por preservar esta actividad, han obligado a las familias que se dedican a su elaboración a dejar esta actividad.

Si tienen oportunidad de saborear estos ricos dulces, los invito a que platiquen a familiares y amigos sobre esta hermosa tradición oaxaqueña y hacer que mas gente los solicite y consuma.